FRANCISCO Y CLARA

99. Viene un día al Santo la madre de dos hermanos y le pide limosna confiadamente. Compadecido de ella, el Padre santo dijo a su vicario el hermano Pedro Cattani: "¿Podemos dar alguna limosna a nuestra madre?" Es de saber que llamaba su madre y madre de todos los hermanos a la madre de cualquier hermano. Le respondió el hermano Pedro: "No queda en casa nada que se le pueda dar". Pero añadió: "Tenemos un ejemplar del Nuevo Testamento, por el que leemos las lecciones en maitines los que carecemos de breviario". Le replicó el bienaventurado Francisco: "Da a nuestra madre el Nuevo Testamento, para que lo venda y remedie su necesidad, ya que en el mismo se nos amonesta que socorramos a los pobres. Creo por cierto que agradará más a Dios el don que la lectura".2Cel 91.


98.  Dichoso el que soporta a su prójimo en su fragilidad como querría que se le soportara a él si estuviese en caso semejante. Dichoso el siervo que restituye todos los bienes al Señor Dios, porque quien se reserva algo para sí, esconde en sí mismo el dinero de su Señor Dios (cf. Mt 25,18), y lo que creía tener se le quitará (Lc 8,18)Adm 18.


97.  A pesar de que el bienaventurado Francisco fue siempre, desde el principio de su conversión hasta el día de su muerte, muy duro con su cuerpo, su principal y supremo cuidado fue tener y conservar en todo momento, interior y exteriormente, la alegría espiritual. Decía que, si el siervo de Dios se esforzase en poseer y conservar la alegría interior y exterior que procede de la pureza del corazón, los demonios no podrán hacerle mal alguno; por el contrario, se verán obligados a decir: "Como este siervo de Dios conserva su alegría tanto en la tribulación como en la prosperidad, no podemos hallar entrada alguna para penetrar en él ni nos es posible dañarle". LP 120.


96.  Pero, en cambio, aquellos y aquellas que no llevan vida en penitencia; ni reciben el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo; y ponen por obra vicios y pecados; y caminan tras la mala concupiscencia y los malos deseos de su carne y no guardan lo que prometieron al Señor; y sirven corporalmente al mundo con los deseos carnales y con los afanes del siglo y con las preocupaciones de esta vida, apresados por el diablo, cuyos hijos son y cuyas obras hacen (cf. Jn 8,41), son unos ciegos, pues no ven a quien es la luz verdadera, nuestro Señor Jesucristo. 1CtaF 2.

95.   Francisco decía que, particularmente en nuestros días, en los que creció la malicia y sobreabundó la iniquidad, era peligroso gobernar, y, por el contrario, era más útil ser gobernado. Dolíase de que algunos hubieran abandonado sus primeras obras y por nuevos descubrimientos hubiesen olvidado la primitiva simplicidad. Por eso se lamentaba de los que, habiendo aspirado tiempo atrás con toda su alma a cosas más elevadas, hubieran decaído hasta las más bajas y viles, y, abandonados los auténticos goces del alma, anduvieran vagando, entre frivolidades y vanidades, en el campo de una vacía libertad. Pedía, pues, a la divina clemencia por la liberación de sus hijos y le suplicaba devotísimamente que los conservara en la gracia que les había sido regalada.1Cel. 104.


94.  "¿Qué se puede esperar, cuando el alma no vive el gozo espiritual, sino que la carne busque su propio placer? Entonces, el instinto animal simula necesidades y la inteligencia carnal forma conciencia. Si algún hermano padece verdadera necesidad y se apresura a encontrar pronto remedio, ¿qué recompensa recibirá? Tuvo, en verdad, ocasión de merecer, pero demostró afanosamente que no le agradaba. No sobrellevar con paciencia las necesidades, no es otra cosa que retornar a Egipto". EP. 15.


95.   El episodio tuvo lugar en el eremitorio de Poggio. El Santo comenzó su predicación a una gran multitud, convocada para oírlo, con estas palabras: "Vosotros me tenéis por santo, y por eso habéis venido con devoción. Pero yo os confieso que en toda esta cuaresma he tomado alimentos preparados con tocino". Y así, atribuía muchas veces a gula lo que había tomado antes por razón de la enfermedad. 2Cel 131.


93.   Y, a fin de que el varón de Dios fuera creciendo en el cúmulo de méritos que hallan su verdadera consumación en la paciencia, comenzó a padecer tantas y tan graves enfermedades, que apenas quedaba en su cuerpo miembro alguno sin gran dolor y sufrimiento. Al fin fue reducido a tal estado por estas variadas, prolongadas y continuas dolencias, que, consumidas ya sus carnes, sólo parecía quedársele la piel adherida a los huesos. Y, a pesar de sufrir en su cuerpo tan acerbos dolores, pensaba que a sus angustias no se les debía llamar penas, sino hermanas. LM 14.2.



92.  San Francisco iba de paso, en una pequeña barca, por el lago de Rieti al eremitorio de Greccio. El pescador le ofreció una avecilla de río para que se solazara en el Señor con ella. Tomándola gozoso el bienaventurado Padre, la invitó mansamente, abiertas las manos, a marchar en libertad. Pero como ella no quería irse, sino que se recostaba en las manos del Santo como si estuviera en un nido pequeño, el Santo, con los ojos levantados, se sumergió en oración. Después de mucho tiempo, vuelto en sí como quien viene de otro mundo, mandó con dulzura a la avecilla que volviera sin temor a la libertad de antes. Con este permiso y una bendición marchó volando, mostrando, con un ademán del cuerpo, una alegría especial. 2Cel 167.


91. El Santo moraba a gusto en Greccio, en el lugar de los hermanos, ya porque lo encontrara rico en pobreza, ya porque en una celdilla más apartada, adaptada en el saliente de una roca, se entregaba con
más libertad a las ilustraciones del cielo. Este es el lugar en que, hecho niño con el Niño, celebró, tiempo ha, la navidad del Niño de Belén. 2Cel 35.

90.   Y guardémonos mucho de la malicia y astucia de Satanás, que quiere que el hombre no tenga su mente y su corazón vueltos a Dios. Y, acechando en torno, desea apoderarse del corazón del hombre, so pretexto de alguna merced o favor, y ahogar la palabra y los preceptos del Señor borrándolos de la memoria, y quiere cegar, por medio de negocios y cuidados seculares, el corazón del hombre, y habitar en él, como dice el Señor: Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, camina por lugares áridos y secos buscando el reposo; y al no hallarlo dice: Retornaré a mi casa, de donde salí. Y al venir la halla desocupada, barrida y arreglada. Y va y toma a otros siete espíritus peores que él, y entrando habitan allí; y son las postrimerías de aquel hombre peores que los principios (Mt 12,43-44; Lc 11,24.26). 1R 22.

89.    Algunas veces hacía también esto: la dulcísima melodía espiritual que le bullía en el interior, la expresaba al exterior en francés, y la vena del susurro divino que su oído percibía en lo secreto rompía en jubilosas canciones en francés. A veces - yo lo vi con mis ojos - tomaba del suelo un palo y lo ponía sobre el brazo izquierdo; tenía en la mano derecha una varita corva con una cuerda de extremo a extremo, que movía sobre el palo como sobre una viola; y, ejecutando a todo esto ademanes adecuados, cantaba al Señor en francés. Todos estos transportes de alegría terminaban a menudo en lágrimas; el júbilo se resolvía en compasión por la pasión de Cristo. De ahí que este santo prorrumpía de continuo en suspiros, y al reiterarse los gemidos, olvidado de lo que de este mundo traía entre manos, quedaba arrobado en las cosas del cielo. 2Cel 127.

88.   En toda predicación que hacía, antes de proponer la palabra de Dios a los presentes, les deseaba la Paz, diciéndoles: "El Señor os dé la paz". Anunciaba devotísimamente y siempre esta Paz a hombres y mujeres, a los que encontraba y a quienes le buscaban. Debido a ello, muchos que rechazaban la Paz y la salvación, con la ayuda de Dios, abrazaron la Paz de todo corazón y se convirtieron en hijos de la Paz y en émulos de la salvación eterna. 1Cel. 23

87. ¡Oh, cuán dichosos y benditos son los hombres y mujeres que practican estas cosas y perseveran en ellas!
Porque se posará sobre ellos el espíritu del Señor (cf. Is 11,2) y hará en ellos habitación y morada (cf. Jn 14,23) 1CtaF 1.

86.   Y todos los hermanos, dondequiera que estén, recuerden que se dieron y abandonaron sus cuerpos al Señor Jesucristo.  Y por su amor deben exponerse a los enemigos tanto visibles como invisibles; porque dice el Señor: Quien pierda su alma por mi causa, la salvará (cf. Lc 9,24) para la vida eterna (Mt 25,46).  Dichosos los que padecen persecución por la justicia porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5,10).  1R 16.

85. Y todas las criaturas que están bajo el cielo sirven, conocen y obedecen, a su modo, a su Creador mejor que tú. Y aun los mismos demonios no fueron los que le crucificaron, sino fuiste tú el que con ellos le crucificaste, y todavía le crucificas al deleitarte en vicios y pecados. ¿De qué, pues, puedes gloriarte? Adm. 5.

84. Y, en verdad, menores quienes, sometidos a todos, buscaban siempre el último puesto y trataban de emplearse en oficios que llevaran alguna apariencia de deshonra, a fin de merecer, fundamentados así en la verdadera humildad, que en ellos se levantara en orden perfecto el edificio espiritual de todas las virtudes. (1Cel 38)

83. No ruego que los saques del  mundo, sino que los guardes del mal. Ensálzalos en la verdad. Tu mensaje es la verdad. Como tú me enviaste al mundo, también  yo los he enviado al mundo. Y por ellos me consagro a mi mismo, para que sean ellos consagrados en la verdad. No ruego sólo por estos, sino por aquellos que han de creer en mí por tu palabra, que sean consumados en la unidad, y conozca el mundo que tú me enviaste y los amaste, como me amaste a mí. Y les haré conocer tu nombre para que el amor con que me amaste esté en ellos y yo en ellos. Padre, quiero que los que tú me entregaste estén ellos también contigo donde yo estoy para que contemplen tu gloria (Jn 17,1.6.8-11.13-15.17-20.23-24.26) en tu reino. Amén
 (1R 22)

82.   ¡Pobres de nosotros! Te hemos perdido, digno Padre, ejemplar de toda bondad y de toda humildad; te hemos perdido por justa condena, pues, teniéndote con nosotros, no nos empeñamos en conocerte. 1Cel. 54.

81. - Ya tranquilos, los habitantes de Greccio crecieron mucho en número y se enriquecieron en demasía de bienes temporales. Pero pasó lo que pasa con la prosperidad: que los rostros se abotargan de gordura y se ciegan con la grosura, o, por mejor decir, con la basura de los bienes temporales. Cayendo, en fin, en culpas más graves, se olvidaron de Dios, que los había salvado. (2Cel 36)

80. -Padre santo, me devoró el celo de tu casa, / y las afrentas de los que te
afrentaban cayeron sobre mí.
-Y se alegraron contra mí y se confabularon, / se amontonaron sobre mí las
desdichas, y no lo supe.
-Son más numerosos que los pelos de mi cabeza / los que me odian sin razón.
-Los enemigos que me perseguían injustamente se han hecho fuertes; /
devolvía yo entonces lo que no había robado.
-Testigos inicuos se levantaban / para demandarme lo que ni sabía.
-Me pagaban mal por bien y me difamaban, / porque buscaba la bondad.
-Tú eres mi Padre santísimo, / Rey mío y Dios mío
-Ven en mi auxilio, Señor, /Dios de mi salvación. (OfP sal. 5)


79. También ardía en vehemente amor por los gusanillos, porque había
leído que se dijo del Salvador: Yo soy gusano y no hombre. y por esto los
recogía del camino y los colocaba en lugar seguro par a que no los
escrachasen con sus pies los transeúntes. 1Cel. 80.
 


78.  ... trabajen fiel y devotamente de forma tal, que, evitando el ocio, que es
enemigo del alma, no apaguen el espíritu (1Tes 5,19) de la santa oración y
devoción, a cuyo servicio deben estar las demás cosas temporales. 2R 5.


77. La santa sabiduría confunde a Satanás y todas sus astucias.
 -La pura santa simplicidad confunde toda la sabiduría de este mundo (cf. lCor2,6) y la sabiduría del cuerpo.
-La santa pobreza confunde la codicia, y la avaricia y las preocupaciones de este siglo.
-La santa humildad confunde la soberbia y a todos los mundanos, y todo lo mundano.
-La santa caridad confunde todas las tentaciones diabólicas y carnales y todos los temores carnales.
(SalVir)

76. Puso, sin embargo, su voluntad en la voluntad del Padre, diciendo: Padre, hágase tu voluntad (Mt 26,42); no se haga como yo quiero, sino como quieres tú (Mt 26,39). Y la voluntad de su Padre fue que su bendito y glorioso Hijo, a quien nos dio para nosotros y que nació por nuestro bien, se ofreciese a sí mismo como sacrificio y hostia, por medio de su propia sangre, en el altar de la cruz; no para sí mismo, por quien todo fue hecho (cf. Jn 1,3), sino por nuestros pecados, dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas (cf.1Pe 2,21).  Y quiere que todos seamos salvos por El y que lo recibamos con un corazón puro y con nuestro cuerpo casto. Pero son pocos los que quieren recibirlo y ser salvos por El, aunque su yugo es suave, y su carga ligera (cf. Mt 11,30). 2CtaF 1.


75.Eran disciplinados en todo su proceder; su andar era modesto; los sentidos los traían tan mortificados, que no se permitían ni oír ni ver sino lo que se proponían de intento. Llevaban sus ojos fijos en la tierra y tenían la mente clavada en el cielo. No cabía en ellos envidia alguna, ni malicia, ni rencor, ni murmuración, ni sospecha, ni amargura; reinaba una gran concordia y paz continua; la acción de gracias y cantos de alabanza era su ocupación.
Estas son las enseñanzas del piadoso Padre, con las que formaba a los devotos hijos, no tanto de palabra y con la lengua cuanto de obra y de verdad.1Cel 41. 

74.  Y manifieste confiadamente el uno al otro su propia necesidad, para que le encuentre lo necesario y se lo proporcione. Y cada uno ame y nutra a su hermano, como la madre ama y nutre a su hijo (cf. 1Tes 2,7), en las cosas para las que Dios le diere gracia. Y el que no come, no juzgue al que come. Y, en caso de necesidad, séales lícito a todos los hermanos, dondequiera que estén, servirse de todos los manjares que pueden comer los hombres... 1R 9.

73. Al aproximarse la Navidad el año 1223, Francisco de Asís llamó a si a su amigo Ser Giovanni Vellita y le dijo: «Hay en los bosques de Greccio una gruta que me recuerda la de Belén. He pensado celebrar allí la santa noche». Entiende Ser Giovanni y lo organiza todo según el deseo del santo.
Cuando llegó la noche los fieles, acudieron en masa desde los alrededores cantando salmos adentrándose en la floresta. A la luz de las antorchas llegaron a la gruta, donde estaba para celebrarse la misa. El altar estaba dispuesto sobre un pesebre y ¡unto a él yacían un asno y un buey.
Cuando el sacerdote se disponía a repartir el Cuerpo de Cristo a los fieles se vio una luz deslumbrante en torno al Santo. En sus descarnados brazos, que salían de las mangas del sayal, sostenía un niñito frágil y adormecido; pero como Francisco, en un acto de amor, atrajo contra su pecho el cuerpo tembloroso del pequeño, este se despertó, le sonrió y le acarició la descarnada mejilla. Los que lo vieron comprendieron que aquel niño era Jesús que, adormecido en el corazón de muchos, Francisco, con el ejemplo de su vida, había despertado (De la tradición franciscana).


72.    ...se quita hasta los calzones y se presenta ante todos totalmente desnudo, diciendo al mismo tiempo a su padre: Hasta el presente te he llamado padre en la tierra, pero de aquí en adelante puedo decir con absoluta confianza: "Padre nuestro, que estás en los cielos, en quien he depositado todo mi tesoro y toda la seguridad de mi esperanza".LM2.4
 

71.   Por eso, ¡Oh Hijos de los hombres!, ¿Hasta cuándo seréis duros de corazón? (Sal 4,3). ¿Por qué no reconocéis la verdad y creéis en el Hijo de Dios? (cf. Jn 9,35). Ved que diariamente se humilla (cf. Flp 2,8), como cuando desde el trono real, (Sab 18,15) descendió al seno de la Virgen; diariamente viene a nosotros El mismo en humilde apariencia; diariamente desciende del seno del Padre al altar en manos del sacerdote. Adm 1

70. Al comienzo de la Religión, cuando los hermanos moraban en Rivo Torto, cerca de Asís, había entre ellos uno que oraba poco y no trabajaba ni quería ir a pedir limosna y comía bien. Viéndolo el bienaventurado Francisco, conoció por inspiración del Espíritu Santo que era hombre carnal, y le dijo: "Sigue tu camino, hermano mosca, pues quieres chupar del trabajo de tus hermanos y permanecer ocioso en la obra del Señor, como zángano ocioso y estéril, que nada produce y no trabaja, y se alimenta del trabajo y producto de las buenas abejas. Y se marchó por su camino; y porque era carnal, no pidió ni encontró misericordia. EP 24

69.            ¿De qué, por consiguiente, puedes gloriarte? Pues, aunque fueras tan sutil y sabio que tuvieras toda la ciencia (cf. 1 Cor 13,2) y supieras interpretar todo género de lenguas (cf. 1 Cor 12,28) e investigar sutilmente las cosas celestiales, de ninguna de estas cosas puedes gloriarte; porque un solo demonio supo de las cosas celestiales y ahora sabe de las terrenas más que todos los hombres, aunque hubiera alguno que hubiese recibido del Señor un conocimiento especial de la suma sabiduría. (Adm5)


68.    Considerad y ved que el día de la muerte se aproxima (cf. Gén 47,29). Os ruego, por tanto, con la reverencia que puedo, que no echéis en olvido al Señor ni os apartéis de sus mandamientos a causa de los cuidados y preocupaciones de este siglo que tenéis, porque todos aquellos que lo echan al olvido y se apartan de sus mandamientos, son malditos (cf. Sal 118,21), y serán echados por él al olvido (Ez 33,13). (Carta a las Autoridades)


67. Porque le obligó el bienaventurado Francisco, asumió, por fin, el gobierno de las damas y de ello brota en su corazón la humildad del temor, no el tumor de la soberbia, y crece en ella no la independencia, sino la servicialidad. De modo que, cuanto más encumbrada se ve por una tal apariencia de superioridad. tanto más baja se encuentra en la propia consideración, más dispuesta al servicio, más despreciable en su condición. Nunca rehúsa las ocupaciones más serviles, sino que es ella la que, de ordinario, se encarga de verter agua en las manos de las hermanas, de asistir en pie a las que se sientan, de servir a las que comen. Le cuesta mucho tener que dar órdenes; las cumple, en cambio, de grado, porque prefiere realizarlas por sí misma antes que imponerlas a las hermanas. Limpiaba las vasijas residuales de las enfermas; con su magnánimo espíritu, ella las fregaba, sin echarse atrás ante las suciedades, sin hacer ascos ante lo hediondo.  (Leyenda de santa Clara 12)

66. Así pues, hermana carísima, y aun más, señora respetabilísima, pues sois esposa y madre y hermana (2Cor 11,2; Mt 12,50) de mi señor Jesucristo, adornada esplendorosamente con el estandarte de la virginidad inviolable y de la santísima pobreza: ya que Vos habéis comenzado con tan ardiente anhelo del Pobre Crucificado, confirmaos en su santo servicio; que El sufrió por nosotros el suplicio de la cruz,(Heb 12,12) liberándonos del poder del príncipe de las tinieblas (Col 1,13) - que nos tenía sometidos y encadenados por la transgresión de nuestro primer padre - y reconciliándonos con Dios Padre  (1CtaI)

65.  Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5,3). Hay muchos que permanecen constantes en la oración y en los divinos oficios y hacen muchas abstinencias y mortificaciones corporales, pero por sola una palabra que parece ser injuriosa para sus cuerpos o por cualquier cosa que se les quite, se escandalizan y en seguida se alteran. Estos tales no son pobres de espíritu; porque quien es de verdad pobre de espíritu, se odia a sí mismo y ama a los que le golpeen en la mejilla (cf. Mt 5,39).(Adm 14)


64. Fueron éstos (los seguidores de la dama Pobreza) - mientras permanecieron en carne mortal hombres de acendrada virtud, gente de paz, irreprochables ante Dios, perseverantes en el amor fraterno, pobres en el espíritu, faltos de bienes temporales, pero ricos en santidad de vida; colmados de dones y carismas celestiales, fervorosos de espíritu, alegres en la esperanza, sufridos en la tribulación, mansos y humildes de corazón los que conservaban la paz interior, la armonía en las costumbres, la concordia mutua y una gozosa comunión de vida. SC 37

63.  Pues el hombre desprecia, mancha y conculca al Cordero de Dios cuando, como dice el Apóstol, sin diferenciar (1Cor 11,29) y discernir el santo pan de Cristo de otros alimentos o ritos, o bien lo come siendo indigno, o bien, aun cuando fuese digno, lo come de manera vana e indigna, siendo así que el Señor dice por el profeta: Maldito el hombre que hace la obra del Señor con hipocresía CtaO

62.  A los pocos días, el mismo sacerdote*, tocado de la gracia de Dios, empezó a reflexionar sobre lo que había hecho el bienaventurado Francisco, y se dijo para sí: "¡Qué hombre tan miserable soy, que, siendo ya anciano, ambiciono y busco las cosas temporales; y él, joven aún, las desprecia y aborrece por amor de Dios! " TC. 31
 * Llamado Silvestre,, fué uno de los primeros hermanos de Francisco

61. Loado seas mi Señor,
por nuestra hermana Clara,
porque enseñó de vida y de palabra
a ser lo que quería:
tu hija, tu madre, tu esposa y tu hermana,
(cántico por la hermana Clara)

 60. San Francisco al encontrarse en presencia de muchas flores, les predicaba, invitándolas a loar al Señor, como si gozaran del don de la razón.
  Y lo mismo hacía con las mieses y las viñas, con las piedras y las selvas, y con todo lo bello de los campos, las  aguas de las fuentes, la frondosidad de los huertos, la tierra y el fuego, el aire y el viento, invitándoles con ingenua pureza al amor divino y a una gustosa fidelidad. En fin, a todas las criaturas las llamaba hermanas, como quien había llegado a la gloriosa libertad de los hijos de Dios, y con la agudeza de su corazón penetraba, de modo eminente y desconocido a los demás, los secretos de las criaturas. 1Cel. 81 y 82.

59. Breve es aquí nuestro trabajo,
y el premio será eterno;
no te dejes confundir por la algarabía del mundo,
que pasa como una sombra;
no pierdas la cabeza por los vanos fantasmas de este mundo falaz;
cierra el oído a las insinuaciones del infierno
y desbarata denodadamente sus embestidas;
soporta de buen grado la adversidad y no te envanezca la prosperidad:
pues ésta necesita de la fe y aquélla la exige;
cumple con fidelidad lo que prometiste a Dios y El te premiará.
(Carta de Clara a Ermentrudis de Brujas)

58. Solía decir que no ha dejado
todas las cosas por el Señor
quien se reserva la bolsa del juicio propio.
Respecto a sí,
prefería la afrenta a la alabanza,
porque la afrenta obliga a la enmienda,
la alabanza empuja a la caída.
(2Cel 140)

57. Pospuesta toda preocupación y solicitud,
como mejor puedan,
sirvan, amen, honren y adoren al Señor Dios,
 y háganlo con limpio corazón y mente pura,
que es lo que El busca por encima de todo;
y hagamos siempre en ellos habitación y morada (cf. Jn 14,23) 
(1R 22)

56. Su preocupación máxima
era la de ser LIBRE de cuanto hay en el mundo,
para que ni por un instante
pudiera el más ligero polvillo
empañar la serenidad de su alma. 
...para DARSE a Dios
(1Cel 71)

55. No hay quien haga el bien,
no hay ni uno solo (Rom 3,12).
Por lo tanto, todo el que envidia a su hermano
por el bien que el Señor dice o hace en él,
incurre en un pecado de blasfemia,
porque envidia al Altísimo mismo ( Mt 20,15),
que es quien dice y hace todo bien.
(Ad8)

54. Y sobre todos aquellos y aquellas
que cumplan estas cosas y perseveren hasta el fin,
se posará el Espíritu del Señor (Is 11,2)
y hará en ellos habitación y morada (cf. Jn 14,23).
(2CtaF 2)

53. Y subió a los cielos
y está sentado a la derecha del santísimo Padre en los cielos;
álzate sobre los cielos, ¡oh Dios!,
y tu gloria sobre toda la tierra (Sal 56,12).
Y sabemos que viene,
que vendrá a establecer la justicia (cf. Sal 95,13).
(OfP 7)

52. "Venid y ayudadme
en la obra del monasterio de San Damián,
pues con el tiempo morarán en él unas señoras,
con cuya famosa y santa vida religiosa
será  glorificado nuestro Padre celestial  (Mt 5,16)
en toda su santa iglesia" 
(Exclamación de san Francisco, cuando reparaba la ermita de san Damian)
 (TCl)
51. Repara, ¡oh hombre!,
en cuán grande excelencia
te ha constituido el Señor Dios,
pues te creó y formó a imagen de su querido Hijo según el cuerpo
y a su semejanza según el espíritu.
(Ad 5)

50. Tú eres el amor, la caridad;
tú eres la sabiduría,
tú eres la humildad,
tú eres la paciencia (Sal 70,5),
tú eres la hermosura,
tú eres la mansedumbre;
tú eres la seguridad,
tú eres la quietud,
tú eres el gozo,
tú eres nuestra esperanza y alegría,
tú eres la justicia,
tú eres la templanza,
tú eres toda nuestra riqueza a saciedad.
(AlD)

49. SANTIFICADO SEA TU NOMBRE:
clarificada sea en nosotros tu noticia (Evangelio),
para que conozcamos cuál es la anchura de tus beneficios,
la largura de tus promesas,
la altura de tu majestad
y la hondura de los juicios (Ef 3,18).
(ParPN )

48. ¡Tú eres nuestra esperanza,
tú eres nuestra fe,
tú eres  nuestra caridad,
tú eres toda nuestra dulzura,
tú eres nuestra vida eterna,
grande y admirable Señor,
omnipotente Dios,
misericordioso Salvador!
(ALD)

47. Nosotros bendigamos al Señor Dios VIVO y VERDADERO;
le brindemos alabanza, gloria, honor, bendición,
y  le devolvamos siempre todos los bienes.
Amén. Amén. Hágase. Hágase.
(Oración de san Francisco para finalizar los encuentros de oración)

46. Inflamados del fuego del Espíritu Santo,
cantaban el Pater noster con voz suplicante,
en melodía espiritual,
no sólo en las horas establecidas, sino en todo tiempo,
ya que ni la solicitud terrena
ni el enojoso cuidado de las cosas les preocupaba.
(1Cel 47)

45. Se prepara una túnica en forma de cruz
para expulsar todas las ilusiones diabólicas;
 se la prepara muy áspera,
para crucificar la carne con sus vicios y pecados;
se la prepara, en fin, pobrísima y burda,
tal que el mundo nunca pueda ambicionarla.
(1Cel 9)

44. Pues creo firmemente que vos sabíais que el Señor no da ni promete el reino de los cielos sino a los pobres (cf. Mt 5,3), porque cuando se ama una cosa temporal, se pierde el fruto de la caridad; que no se puede servir a Dios y al dinero, porque o se ama a uno y se aborrece al otro, o se servirá a uno y se despreciará al otro (cf. Mt 6,24).
(1Cta I)


43.  Dichoso el siervo capaz de soportar 
con igual paciencia la instrucción, acusación y reprensión 
que le viene de otro 
como la que se da a sí mismo.
(Adm 22)

42. Tomen sus cuerpos
y carguen con su santa cruz,
y sigan hasta el fin lo que les manda (el Crucificado).
(OfP 7)


41. ...que no haya hermano alguno en el mundo 
que haya pecado todo cuanto haya podido pecar, 
que, después que haya visto tus ojos, 
no se marche jamás sin tu misericordia, 
si pide misericordia.
Y si él no pidiera misericordia, 
que tú le preguntes si quiere misericordia.
(CtaM 9)

 

40. Te damos gracias
porque quisiste que nosotros, cautivos,
fuéramos salvados
por su cruz y sangre y muerte.
(1R 23)

39. Cristo colocado en lo alto de la cruz,
se dirige a los transeúntes para que mediten:
"Vosotros, que pasais, mirad y ved
si hay dolor como mi dolor".
(IV CI,23)

38. Debemos ayunar
y abstenernos de vicios y pecados
y de lo supérfluo de comidas y bebidas...
(2CtaF 32)

37. Puesto que soy siervo de todos,
estoy obligado a proporcionaros
las olorosas (odoríferas) palabras del Señor.
(2CtaF 2)

36. Dichoso el siervo que restituye sus bienes al Señor
y no los esconde, reservándoselos,  en sí mismo.
(Adm 18)


35. Aunque hablara las lenguas
de los ángeles y de los hombres, 
si no tengo en mí caridad
y no doy ejemplo de virtud a mis prójimos,
muy poco será lo que aproveche a los otros,
nada a mí mismo.
(LM 9,5)

34. Loado seas Tú, mi Señor,
por aquellos y aquellas que perdonan por tu amor
y llevan sobre sí los males corporales y la tribulación.
Bienaventurados aquellos que sufren en paz
pues Tu los llevarás a tu Gloria.
(LP 84)

33. No puede ser persona espiritual
la que no tiene más secretos
ni secretos más importantes
que los que se reflejan en el rostro,
que por lo que exteriorizan, 
pueden ser juzgados por las demás personas.
(1Cel 96)

32. La enfermedad era para Francisco
una oportunidad para ser estimulado y educado,
siempre que el enfermo disponga su espíritu.
Porque el Señor corrige  a los que ama (Ap3, 19).
(1 R 10)

31. ... nadie puede estar seguro
de perseverar hasta el fin
en la gracia de Dios.
(Este es un ejemplo y un motivo para la humildad)
(Flor 1)

30. MIrad, no os turbéis.
Pues en vuestra paciencia poseeréis vuestras almas (espíritu)
y el que persevere hasta el fin,
éste se salvará.
(1R 16)

29. Mira diariamente este espejo (Cristo)
y observa constantemente en él tu rostro:
así podrás vestirte hermosamente y del todo, 
interior y exteriormente y ceñirte de preciosidades...
(4 CI 14)

28. Si el alma (ó el espíritu) no encuentra gusto para su vida,
¿qué queda sino que la carne vuelva a lo suyo?
(2Cel 69)


27. ¿Quién te puede ayudar más
el siervo o el señor? 
¿Por qué, pues, dejas al Señor por el siervo?
Francisco respondió: 
¿Señor, qué quieres que haga?

26. Francisco se alegraba cuando era deshonrado
y se entristecia cuando lo alababan.
Prefería oir insultos que elogios,
consciente que los insultos le impulsaban a corregirse,
mientras los elogios podían causarle su ruina.
(LM 6,1)

25. El hermano Maseo le pregunta al hermano Francisco: ¿Por qué a ti? 
    - ¿Quieres saber porqué a mí?
Dios me ha escogido como el mayor de los pecadores
para que yo sepa y el mundo conozca,
que lo que yo soy y hago, viene de su Gracia.
(Flor 10)

24. Por encima de todas las gracias
y de todos los dones del Espíritu Santo,
que Cristo concede a sus amigos,
está el vencerse a sí mismo 
y sobrellevar gustosamente, por amor de Cristo,
penas, injurias, oprobios e incomodidades.
(Flor 8)

23. Después del fuego,
amaba con amor singular al agua
porque representa la conversión y el arrepentimiento,
... y la primera purificación del alma
se hace con el agua del bautismo.
(E.P. 118)

22. Amemos, pues, a Dios 
y adorémoslo con puro corazón y mente pura,
porque esto es lo que sobre todo desea, 
cuando dice: Los verdaderos adoradores 
adorarán al Padre en espíritu y verdad.
(2CtaF)

 21.  "Dime, hombre sin seso, ¿cuándo vino en ti
el amor?" Respondió "que en aquel tiempo cuando
me enriqueció y pobló mi corazón de pensamientos,
deseos, suspiros y desfallecimientos y llenó mis ojos
de lágrimas y llantos".
(R.Lulio, terciario franciscano y beato)

20 ...déjate, pues, inflamar
cada vez, más vivamente,
con el ardor de este Amor.
(4CtaCl 27)

19. ...la compasión hacia el niño,
que había penetrado en su corazón,
le hacía incluso balbucir palabras de ternura,
al modo de los niños.
(2Cel 199)

18. Deseo celebrar la memoria del niño que nació en Belén
y quiero contemplar, de alguna manera, con mis ojos,
lo que sufrió en su invalidez de niño, 
cómo fue reclinado en un pesebre 
y cómo fue colocado sobre el heno, 
entre el buey y el asno.
(1Cel 84)

17. El me invocó:
"Tu eres mi Padre"
y yo lo nombraré mi primogénito
más excelso que todos los reyes
de la tierra.
(OfP 15,4)

16. Te adoramos, señor Jesucristo,
también en todas tus iglesias
que hay en el mundo entero
y te bendecimos, 
pues por tu santa cruz
redimiste al mundo.
(Tes)

15. Que ninguno se sienta provocado 
por vosotros a la ira o al escándalo,
sino que por vuestra mansedumbre,
todos sean inducidos a la paz, a hacer el bien
y a comportarse como hermanos.
(TC58)

14. La letra mata a todos aquellos
que desean saber las solas palabras
para ser tenidos por más sabios
y ganar riquezas...
(Adm7)

13. Los que  quieren gustar
cuan bueno es el Señor y 
aman la luz más que las tinieblas,
son benditos del Señor.
(2CtaF)

12. En esto podemos gloriarnos:
en nuestras flaquezas
y en llevar a cuestas diariamente
la cruz de nuestro señor Jesucristo.
(Adm5)

11. Amando a nuestros prójimos como a nosotros mismos,
para atraerlos a tu Amor
(PrPN)

10. Cuanto es el hombre ante Dios,
tanto es, y no más.
(Adm 19)

9. Mas nuestra carne
no es de bronce,
sino que somos frágiles
por naturaleza,
y, fáciles a toda flaqueza corporal.
(3Carta a Inés)

8. Rebosando de alegría,
se apresura inmediatamente
a cumplir la palabra que ha escuchado,
no admite espera,
para cumplir fielmente
lo que ha escuchado.
(1Cel 22)

7. Su mayor preocupación
consistía en averiguar el camino
y el modo de servir
más perfectamente a Dios,
según Su Voluntad.
(LM 12.2)

6. Por eso es grandemente vergonzoso para nosotros
los siervos de Dios,
que los santos hicieron las obras,
y, nosotros, con narrarlas
queremos recibir gloria y honor.
(Admonición 6)

5. ...como estaba en pecados, 
me parecía muy amargo ver leprosos. 
Y el Señor mismo me condujo en medio de ellos, 
y practiqué con ellos la misericordia. 
Y, al separarme de los mismos, 
aquello que me parecía amargo,
se me tornó en dulzura de alma y cuerpo;
(Testamento)


4. Es deber nuestro, hermanas
tomar en consideración
los beneficios inmensos que Dios 
tiene con nosotras.
(Testamento de Clara de Asís)

3. Me agrada que enseñes teología,
a condición que no apagues
el espíritu de oración y devoción, 
a cuyo servicio tienen que estar
todas las actividades.

(Carta a san Antonio, 2R5)

2. Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios
todo bien, sumo bien, bien total,
que eres el solo bueno,
a Ti te tributemos toda alabanza
toda gloria,
toda gracia,
todo honor,
toda bendición
y te restituyamos todos los bienes.
Hágase, hágase. Amén.

(Alabanzas de san Francisco para toda hora)

1. Oh alto y glorioso Dios:
Ilumina las tinieblas de mi corazón
y dame una fe recta
una esperanza cierta
y una caridad perfecta,
sentido y conocimiento
para cumplir tu santo y veraz mandamiento.
(Oración ante el crucifijo de san Damián)

No hay comentarios:

Publicar un comentario