miércoles, 8 de noviembre de 2017

DECORACIÓN

Sin intentar grandes exploraciones etimológicas, podemos asociar decoración con afecto (cor, cordis, además de corazón significa afecto) y, en un estado de salud (personal, psicológica, social, económica…) la vincula a un estado anímico.
Cuando la ausencia (de la decoración) se produce por opción libérrima personal se produce un cierto encerramiento y hasta un encogimiento de nuestro ánimo y, ¡viceversa! Ignoro si el minimalismo, con otros acentos escénicos, logra evitarlo. Es casi seguro que en los sujetos pasivos va a desencadenar procesos inconscientes.
Lo que estamos viviendo con la publicidad es justamente las antípodas del proceso natural personal. Se trata de invertir los flujos para conseguir, mediante sofisticados y estudiados métodos, la sugestión que inclina nuestra anestesiada voluntad a comportamientos (sobre todo de consumo, pero también, hoy en día, de opinión) total o parcialmente enajenantes.
¿Podemos defendernos, protegernos? ¿Minimizar el influjo, quizás? Ya sabemos, por la Psicología, que la negación no es un camino…
Decía un maestro espiritual que cuando se aborda la ascesis desde una opción voluntarista, no es un camino espiritual elevador sino un retorno de autoafirmación buscando la autogestión (M.Rupnik).
Algo que nos ayudaría sería aumentar la consciencia, fortalecer nuestro “pro-yecto”, renovar fidelidades (actualizando compromisos), elevar nuestra mirada demasiado inclinada a nuestro vientre (Nietzche). Abrir y agitar nuestra esperanza.

Oración de David:
«Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel, por los siglos de los siglos.  Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor, la majestad, porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra, tú eres rey y soberano de todo.  De ti viene la riqueza y la gloria, tú eres Señor del universo, en tu mano está el poder y la fuerza, tú engrandeces y confortas a todos.  Por eso, Dios nuestro, nosotros te damos gracias, alabando tu nombre glorioso.  Pues ¿quién soy yo y quién es mi pueblo para poder ofrecerte estos donativos? Todo viene de ti y te damos lo que hemos recibido de tus manos.  Ante ti somos forasteros y huéspedes, como nuestros padres. Nuestra vida terrena es como una sombra sin esperanza.  Señor, Dios nuestro, todo lo que hemos preparado para construir un templo a tu santo Nombre viene de tu mano y todo es tuyo.  Bien sé, Dios mío, que sondeas el corazón y te agrada la rectitud. Te he ofrecido todo esto con un corazón recto y veo con alegría a tu pueblo aquí reunido ofreciéndote voluntariamente sus dones.  Señor, Dios de nuestros padres Abrahán, Isaac y Jacob, mantén siempre en el corazón de tu pueblo esta forma de pensar y dirige su corazón hacia ti». 1Cro 1,10

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