Nos vamos haciendo en
nuestras vidas con nuestras acciones, somos en gran parte lo que
hacemos. No por lo que la meritocracia nos otorgue, sino por los pelos que dejamos en las
gateras. Casi lo opuesto de lo que se podría suponer con la
formulación que acabo de hacer.
Confiar es básico para
los que aspiramos a llevar una vida orientada e iluminada por Dios. Y
los que, por circunstancias de la vida, tenemos una tendencia
contraria, este simple hecho se convierte en un coloso, como el
Tourmalet, que, cada rampa, cada curva exige pegarse más y más del
sillín... con la mente en las piernas.
Y aunque la fe es
gracia, necesita de nuestra tierra fértil para germinar. Y con el
paso de los años, el terrreno que son nuestras vidas, se va
convirtiendo en un pedregal lleno de abrojos. Por eso necesitamos
tanto confiar.
Estos días leía a un
pensador y educador notable, José Antonio Marina, que hacía la
distinción de tres niveles de confianza: la psicológica, la moral y
la espiritual. Psicológico: donde adquirimos “confianza en
nosotros mismos y en nuestra capacidad para enfrentarnos a los
problemas”. El moral: la confianza forma parte de la justicia. No
debemos desconfiar sin motivos. Tampoco debemos confiar sin motivos.
Y el tercero, el espiritual: ser dignos de confianza. Algo que
nuestra madre nos inculcó a todos nosotros en la familia, en ese
formato de sabiduría popular: “no solamente hay que ser honrado,
sino que hay que parecerlo”. Claro que este refrán en un mundo de
de hipócritas y cínicos tiene poco calado.
Y dijo YHWH a Moisés:
« ¿Hasta cuándo me va a despreciar este
pueblo? ¿Hasta cuándo
van a desconfiar de mí, con todas las señales
que he hecho entre
ellos?
Los heriré de peste y los desheredaré. Pero a ti te
convertiré en un
pueblo más grande y poderoso que ellos. »
Moisés respondió a
YHWH: « Pero los egipcios saben muy bien
que, con tu poder, sacaste
a este pueblo de en medio de ellos.
Se lo han contado a los
habitantes de este país. Estos se han
enterado de que tú, YHWH,
estás en medio de este pueblo, y te das a
ver cara a cara; de que
tú, YHWH, permaneces en tu Nube sobre
ellos, y caminas delante de
ellos de día en la columna de Nube, y porla noche en la columna
de fuego.
Si haces perecer a este pueblo como un solo hombre, dirán
lospueblos que han oído
hablar de ti: YHWH, como no ha podido introducir a ese pueblo en la
tierra que
les había prometido con juramento, los ha matado en el
desierto."
Muestra, pues, ahora tu
poder, mi Señor, como prometiste
. (Nm 14, 11-17)