jueves, 18 de junio de 2015

BRINDIS AL SOL



El papa Francisco acaba de publicar un nuevo documento sobre la ecología. En realidad es más sobre los problemas del ecosistema humano globalizado. Aunque sea llover sobre mojado, la autoridad que representa, tal vez, pueda despertar algunas inquietudes en seres particularmente dormidos; pero mucho me temo (que Dios y el papa Francisco me perdonen si es un nuevo juicio temerario por mi parte) que formará parte de eso que acertadamente él llama en la encíclica “contaminación mental” (y, espiritual!).
Me gustaría que en esa referencia a san Francisco de Asís, se atreva a dirigirse directamente a “las autoridades de los pueblos”, con poder real sobre el desarrollo de los diferentes problemas. Y que lo haga con sus nombres y filiación. Pero no solamente un llamado a la conciencia de las personas que ocupan cargos de responsabilidad civil, sino también abrir los cauces legales de participación, que muchas democracias permiten, incluso cuando los partidos políticos se vuelven pesebreros y apoyadores de los intereses transnacionales.
Los líderes sociales potenciales están siendo sistemáticamente subvertidos y “convencidos” y hasta reciclados (o eliminados) politicamente de forma que se vuelven inofensivos e inocuos. Las posibilidades reales de que surjan líderes globales comprometidos con la gente decrecen cada segundo. Y si algo es seguro es que es un juego contra el tiempo, aunque no sepamos cuanto. ¿Pesimismo insano?
No sé qué pensaría de todo esto san Francisco, el poverello, pero seguro que terminaba confiando en la Madre Naturaleza, en esa Sabiduría oculta, escondida y misteriosa para la mente humana, que haga surgir, como el ave fénix de sus cenizas, una Nueva Humanidad, algo recogido en los mitos del Diluvio y que forman (o formaban) parte del subconsciente colectivo de los escritores de la Biblia. No es nueva la amenaza: “No hay nada nuevo bajo el sol” que diría Qohelet.
¡Loado seas mi Señor por nuestra hermana la Madre Tierra! ¡Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor: sol y luna, fuego y heladas, tierra y nubes, árboles y flores, nublado y sereno, frío y calor, viento huracanado que cumple sus órdenes! ¡Bendiga la tierra al Señor, ensalcelo con himnos por los siglos! Amén. Amén. Hágase. Hágase.

miércoles, 10 de junio de 2015

VIDA ORDINARIA


Asociamos inconscientemente ordinario, con aburrido, basto, bajo, vulgar, que también son acepciones válidas del diccionario, pero cuando olvidamos la acepción principal -común, regular, que sucede habitualmente- sólo estamos mostrando nuestro posicionamietno psicológico (que, ordinariamente, necesitaría una revisión más que somera).
Pero hay algo más cuando entramos en materia religiosa. La falta de una verdadera religiosidad, discernida y contrastada nos está llevando a buscar fenómenos extra-normales. Es curioso porque nuestra declarada incapacidad de discernimiento en lo ordinario, se transforma sospechosamente en “iluminación” ante cualquier fenómeno paranormal.
Hay una resistencia más que notable para vivir el Evangelio en lo ordinario: con la vecina, en el colmado, en el salón o en el Centro de Salud y sin embargo se nos abren los ojos como platos cuando escuchamos relatos de fenómenos para-normales (casi siempre abultados y deformados).
Es cierto que todo ese mundo, en el que también existe lo verdadero, ha sido puesto sistemáticamente bajo sospecha por la jerarquía eclesial, pero ahora estamos volviendo al gusto adolescente por lo prohibido, por lo peligroso, lo oculto...
Y no estaría mal si nos atreviésemos a vivir lo ordinario. Donde, objetivamente, se pasa más del 99 % de nuestros actos y vida.
Nos pasa lo del Evangelio: “filtramos los mosquitos y nos tragamos los camellos” (Mt 23,24)

Entró en la cueva, y pasó en ella la noche. Le fue dirigida la palabra de Yahveh, que le dijo: « ¿Qué haces aquí Elías? »  El dijo: « Ardo en celo por Yahveh, Dios Sebaot, porque los israelitas han abandonado tu alianza, han derribado tus altares y han pasado a espada a tus profetas; quedo yo solo y buscan mi vida para quitármela. »  Le dijo: « Sal y ponte en el monte ante Yahveh. » Y he aquí que Yahveh pasaba. Hubo un huracán tan violento que hendía las montañas y quebrantaba las rocas ante Yahveh; pero no estaba Yahveh en el huracán. Después del huracán, un temblor de tierra; pero no estaba Yahveh en el temblor.
 Después del temblor, fuego, pero no estaba Yahveh en el fuego. Después del fuego, el susurro de una brisa suave.  Al oírlo Elías, cubrió su rostro con el manto, salió y se puso a la entrada de la cueva. (1Re 20,9-13)

 

lunes, 1 de junio de 2015

TRINIDAD


Uno es Amor, y tres son los amados,
bajo el techo del alma trasladados,
que le son huertos, montes y collados;
y es sueño lo demás.

Una es la Luz, y tres los resplandores,
una la Llama viva en tres ardores,
que consumen el alma en sus fulgores;
y es sueño lo demás.

Tres los hermosos son, y una Hermosura
sola, en que el alma abreva más dulzura
cuanto más se remonta en la espesura;
y es sueño lo demás. Amén.(Himno de la L.H.)

Oh mis «Tres», mi Todo, mi Beatitud, Soledad infinita, Inmensidad en que me pierdo, yo me entrego a ti como una presa, entiérrate en mí para que yo me entierre en ti, esperando ir a contemplar en tu luz el abismo de tu grandeza. Te lo pido por Cristo, nuestro Señor. (Isabel de la Trinidad).