Con las palabras, con
el lenguaje hablado, ocurre lo mismo que con las obras literarias,
de las que se afirma que la “criatura” el engendro literario
tiene vida propia desde su publicación, independizándose de su creador, y por ello también podemos
utilizar esta licencia para las líneas que siguen.
Per-don puede tener el
significado de un don superlativo (sugerido por el prefijo per, que
en latín tiene también esa función) y que se recoge en palabras
como perfección, o pervivir.
El concepto de perdón
ha tenido una evolución notable. En tiempos de Herodoto o de Platón
estaba más ligado a un “hacer la vista gorda”, “dejar pasar”
algo así como ponerlo en la categoría de “mal menor”, con
aflojar la tensión.
La dimensión máxima
en el significado de perdón nos viene de Cristo y de los cristianos,
donde el perdón adquiere nuevos perfiles como la incondicionalidad y
la ilimitación. De aquí que podamos considerar esta condición de
don en su máxima dimensión. Dar con todo el potencial que somos
capaces.
Casi incomprensible,
pero inaceptable para el que vive para el “quid pro quo” de los
que siempre esperan la contrapartida.
“Yo perdono, pero no
olvido” es una frase que mucha gente repite con diferentes
sentidos, pero con el denominador común de limitación: niegan la
incondicionalidad del perdón cristiano.
El perdón cristiano
está envuelto en una dinámica particular, que admite puenteos en la
forma y en los tiempos, pero no en el sentido: pedir/ofrecer-
dar/recibir- reparar/resarcir- acoger/asumir - agradecer-reconciliar (re-establecer
las relaciones con nuevos sentimientos).
Es de esas pocas realidades
en las que se crea una puerta en lo tangible que da paso a lo intangible, en lo corporal hacia lo
espiritual.
Y es que el perdón
cristiano no nace de nuestro mérito, ni de nuestra dimensión de
humanidad, sino de la justicia debida a la misericordia de Dios con
cada uno de nosotros. Y de la certeza de que siempre vamos a
necesitar ser perdonados.
Perdónanos nuestras ofensas,
como nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
como Tú nos perdonas.