Un refrán conocido nos acerca a una de
las respuestas con más seguidores: “miente, que algo queda”. Así
estan convencidos que siempre tienen beneficios cuando mienten.
Hace un par de días don José María
Castillo ha publicado en su blog un artículo muy interesante sobre
este tema
(
La cultura de la mentira). Me parece muy importante que tomemos
conciencia de cómo estamos perdiendo capacidad de reacción ante la
mentira –entendida como deformación de la realidad- y que, como él
hace notar, nos vemos arrastrados nosotros mismos en esa dinámica.
Se dice de la violencia que provoca una
reacción en espiral, haciendo notar el efecto multiplicativo que
lleva implícito. En realidad el mecanismo de la envidia tiene un
efecto de inhibición y de complicidad (por nuestro silencio) y no es
difícil que nos habituemos a ella. Escogemos la “verdad oficial”,
pensando que los responsables últimos serán ellos.En el fondo es
porque la verdad desnuda nos desnuda (o, simplemente nos incomoda y
nos obligaría a tomar decisiones).
La Iglesia –como sacramento terrenal
y visible de Cristo- nos recuerda en el bautismo (y en cualquier
profesión religiosa) que antes de dar un paso adelante en nuestra
fe, tenemos que renunciar al mal que llevamos dentro (Satanás),
entendiendo renunciar como un compromiso de lucha. Porque no podemos
desprendernos de él, aunque en algún momento lo deseemos vívamente
y en verdad.
Es parte de la hipocresía moderna
defender unos derechos humanos y, a la vez, mantener actitudes que
soslayan o conculcan estos derechos. Eso sin entrar en las dobles
varas de medir que utilizan, por ejemplo, los usamericanos en su país
y en los demás, expertos –como son- en la manipulación
informativa..
Todo pecado lleva implícita una
ceguera que se hace estructural y refuerza la potencia disgregadora
del mismo.Tanto en el pecado personal como en el estructural.
¿De qué le servirá al hombre
ganar el mundo entero, si arruina su vida? Mt 16,26