Siguiendo a Z.Bauman descubrimos porqué
el mundo líquido ha eliminado los VALORES: por “excesivos e
inaceptables”. Pero es cuando habla del enamoramiento donde
descubrimos hasta donde llega el calado y la catadura de los
integrantes de este mundo líquido.
Además de la postergación de los
valores se practica una PERVERSIÓN en el lenguaje. Así el campo
semántico de la palabra amor queda reducido al de la expresión:
“hacer el amor” y lo que había nacido como un eufemismo se
convierte en primera acepción de la palabra.
Y la práctica “aceptable” del amor
se identifica con la misma de don Juan Tenorio. Pero ya ha sido
identificado como el arquetipo del “amante impotente” por lo que
no es de recibo proclamarlo. Nueva perversión: el objetivo de la
acción amorosa no es tener una experiencia ni consumar una relación,
sino “volver a comenzar desde el principio”. Es aquí donde focalizan su
interés. El cuidado está en no condicionar esa hipotética nueva situación. Y
de lo que se trata no es de “aprender a amar” sino DESAPRENDER lo ya amado ("una incapacidad aprendida de amar").
La razón nos viene dada en la cita que recoge el libro de E. Fromm:
"En el amor individual
no se encuentra satisfacción [...] sin verdadera humildad,coraje, fe y disciplina"; y luego
agrega inmediatamente, con tristeza, que en "una cultura en la
que esas
cualidades son raras, la conquista de la capacidad de amar
será necesariamente un raro logro"
.
Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba y razonaba como niño. Pero cuando me hice hombre, dejé de lado las cosas de niño. Así también en el momento presente vemos las cosas como en un mal espejo y hay que adivinarlas, pero entonces las veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido.
Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza y el amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor. (1Cor 13, 5-13)