Ya el ambiente cultural de sospecha en
el que vivimos desbarata la idea que sugiere este título y las
ciencias actuales -la psicologia- termina de corroborar lo que el
ambiente señala.
Y es que la psicología nos enseña
cómo detrás del deseo se esconden no pocas trampas: comodidades,
impotencias, negaciones, huídas...como para poner en duda un
resultado sin una manifiesta demostración.
Pero, además, llamamos deseo a lo que
no es más que un capricho. Y, como tal, es arbitrario, de espaldas a
la justicia y la verdad.
Lo mismo ocurre con la santidad.
Entendemos a los santos como los realizadores épicos de hazañas
casi sobrehumanas. Y hoy los héroes de carne y hueso tampoco tienen
muchos seguidores porque desenmascaran nuestra mediocridad.
Si repasamos someramente el santoral,
encontramos no pocos santos y santas que no tienen una relevancia
social, sin "glamour", pero de esos santos que llegaron al
reconocimiento por aclamación popular. Debería ser suficiente en un
momento en que tanto y tan frecuente tenemos en nuestras bocas la
palabra "democracia".
Y es que la santidad no es otra cosa
que "hacer lo que es justo en cada momento de nuestra jornada"
olvidando nuestras predilecciones, comodidades, ventajas o gustos.
Entendiendo la justicia en el sentido
bíblico de misericordia y fidelidad.Y para que nuestra santidad sea
cristiana, necesitamos que crezca cada día en nosotros la Verdad que
es Cristo.
Algunos ejemplos cercanos a nosotros son estas vidas comprometidas con Dios y la sociedad.
Algunos ejemplos cercanos a nosotros son estas vidas comprometidas con Dios y la sociedad.