sábado, 24 de noviembre de 2012

LA DUREZA DE CORAZÓN


La fe tiene como objetivo principal el encuentro con Cristo primero y, después, llegar a la presencia de Dios. Pero la verdadera fe nace precisamente en el encuentro con Cristo.

Ha habido creyentes (?) algunos muy notorios y notables (Miguel de Unamuno, por ejemplo) que al no llegar a él, se rebelaron y, en palabras de Francisco de Asís, “volvieron al vómito de la propia voluntad”.

El encuentro personal con Cristo es fundamentalmente Gracia, pero es también virtud, en cuanto trabajo y cultivo del corazón en sus apetitos y pasiones. Es lo que el Evangelio denomina Conversión. Que no es sino el esfuerzo renovado cada día por con-formar (tallar) nuestro corazón con la Voluntad de Dios.

HÁGASE TU VOLUNTAD, COMO EN EL CIELO, TAMBIÉN EN LA TIERRA: para que te amemos con todo el corazón (cf. Lc 10,27), pensando siempre en ti; con toda el alma, deseándote siempre a ti; con toda la mente, dirigiendo todas nuestras intenciones a ti, buscando en todo tu honor; y con todas nuestras fuerzas, empleando todas nuestras energías y los sentidos del alma y del cuerpo en servicio, no de otra cosa, sino del amor a ti; y para que amemos a nuestros prójimos como a nosotros mismos, atrayendo a todos, según podamos, a tu amor, alegrándonos de los bienes ajenos como de los nuestros y compadeciéndolos en los males y no ofendiendo a nadie (cf. 2 Cor 6,3). ParPN

viernes, 16 de noviembre de 2012

UNA FE RECTA

    Hoy celebramos la fiesta de santa Inés de Asís, la hermana de Clara, que en olor de santidad le siguió a Clara poco tiempo después de su muerte como le había seguido en vida.
Mañana es la fiesta de la Patrona de la OFS, santa Isabel de Hungría, esposa, madre, hermana y sierva de los pobres. Representa el ideal de seguimiento de Cristo en Francisco, como hija, esposa, hermana y madre. (1CtaF)
Como estamos en el año declarado como "año de la fe", por el papa Benedicto  XVI, vamos a pedir -como san Francisco al crucifijo de san Damián- esa fe recta, en comunión con Francisco, Clara, Inés e Isabel que guíe y acompañe nuestras vidas. Esa rectitud que en estos momentos esta sometida a tantos forcejeos -algunos desde la buena voluntad- pero desconociendo la verdadera Rectitud que descansa en la Sabiduría de Dios.

¡Que tengan una feliz y santa fiesta de nuestra patrona!

martes, 6 de noviembre de 2012

LA TENTACIÓN DE LA CIENCIA


El rabí Mendel de Kozk, dijo una vez a la comunidad reunida:
«¿Que es lo que os pido a cada uno? Sólo tres cosas: no mirar de reojo fuera de uno mismo, no mirar de reojo dentro de los otros, no pensar en uno mismo». Lo que significa: primero, que cada uno debe vigilar y santificar su propia alma en el mundo y en el lugar que le es propio, sin envidiar el modo ni el lugar de los otros; segundo, que cada uno debe respetar el misterio del alma de su semejante y abstenerse de penetrar en él con una indiscreción desvergonzada y con la intención de utilizarlo para sus propios fines; tercero, que cada uno debe abstenerse, en la vida consigo mismo y en la vida con los otros, de tomarse a sí mismo como fin*

Aunque san Agustín ya lo apuntó, fue san Anselmo el que lo formuló de una manera concisa: Fides quaerens intellectum; y es que la Fe busca, necesitándola, a la Razón y viceversa. 
La ¨Reciprocidad es uno de los valores que ha rescatado nuestra cultura y que la autosuficiencia con que se han investido los científicos esta rechazando; eso sí, invocando su autonomía y competencia. Desgraciadamente los responsables del depósito de la fe están actuando de la misma manera y dificultan con su actitud el encuentro necesario.
¿Habra habido alguna vez en la Historia de cualquiera de las grandes culturas tan gran desfase entre la Ciencia y la Sabiduría como la que vivimos en estos momentos en la nuestra?

    Donde hay caridad y sabiduría, allí no hay temor ni ignorancia.
    Donde hay paciencia y humildad, allí no hay ira ni perturbación.
    Donde hay pobreza con alegría, allí no hay codicia ni avaricia.
    Donde hay quietud y meditación, allí no hay preocupación ni vagancia.
    Donde está el temor de Dios para custodiar su atrio (cf. Lc 11,21), allí el enemigo no puede tener un lugar para entrar.
    Donde hay misericordia y discreción, allí no hay superfluidad ni endurecimiento.
(Adm 27)
*(M. Buber, il cammino dell'uomo, Magnano 1990, pp.53-56