lunes, 23 de julio de 2012

EL TRABAJO DE FONDO

No es lo mismo unas relaciones puntuales, que una relación continuada y mucho menos la que no tiene límites de tiempo.
Hoy cuesta mucho hacer compromisos para siempre. En parte por que es mucho más fácil, pero también porque hay una mayor conciencia de nuestra debilidad y fragilidad para mantener un compromiso.
Y es que antes también había este conocimiento, pero había una mayor determinación ante el cansancio, la dificultad o los nuevos escenarios.
En toda relación establecida en base a un encuentro verdadero ocurren los momentos de crisis... los puntos muertos. Hoy la decisión que mayor número de gente toma en este tipo de situación es el punto y aparte. Es como el mito de Sísifo, invertido.
Olvidamos con demasiada frecuencia que quien desconoce (lo olvida o esconde)una determinada historia, esta condenado a repetirla.
Hay varias razones por las que una institución tiene una vocación de futuro, pero una de las más importantes es la de ayudar a sus miembros a superar esos puntos muertos. Tanto en las opciones religiosas,como en el matrimonio son insustituíbles a la hora de apoyar y de desequilibrar positivamente esos puntos muertos.
(En la mecánica aplicada, por ejemplo, se incorporan al mecanismo elementos pasivos con la única función de superar los puntos muertos.)

Mirad, no os turbéis (Mt 24,6). Pues en vuestra paciencia poseeréis vuestras almas (Lc 21,19), y el que perseverare hasta el fin, éste se salvará (Mt 10,22; 24,13).1R16

sábado, 14 de julio de 2012

EL TRABAJO YO-TU

De nada vale un trabajo personal si es para encerrarnos en un torreón particular, nadando en egolatría y placeres sin fin. Como tampoco podemos amar al otro sin amarnos a nosotros mismos. Pero aceptar al "Tu" y establecer unas relaciones responsables es un trabajo permanente.
Para verlo en una mirada panorámica, son inigualables las siguientes frases que escribió J. Moltmann en El Cristo Crucificado:
 "Una de las dificultades esenciales de la existencia cristiana en el mundo de hoy consiste indudablemente en la incapacidad para la identidad en el otro, el extraño, el contradictor. Tal incapacidad lleva a la asimilación, por una parte, y a la mentalidad sectaria, por otra. Mirado psicológicamente, la falta de sensibilidad para el otro y para descubrir el propio perfil en él y con él es, sin duda, un signo de la debilidad del yo. Ya no se aguanta la propia condición de extraño frente a otros, refugiándose en el círculo de los que piensan como él, o se renuncia a la extrañeza que suscita la existencia."


 Dichoso el que soporta a su prójimo en su fragilidad como querría que se le soportara a él si estuviese en caso semejante.  (Adm 18)

martes, 3 de julio de 2012

EL TRABAJO PRIORITARIO

Es admitido comúnmente el adagio: primum vivere, deinde philosophari. Pero es un error entenderlo cronológicamente. Es decir que no puedo esperar a resolver lo básico para ponerme a responder esas preguntas que  nacen en la mente-alma-corazón, como el acné en la pubertad, pero para quedarse. Eso que san Agustín llamaba "corazón inquieto". Claro que podemos ignorarlo, o negarlo o, si molesta mucho, adormecerlo.
Desde Kant (1724-1804) esas preguntas se reducen (las grandes aportaciones de los sabios) a cuatro: 1.- ¿Qué puedo saber? 2. ¿Qué debo hacer? 3.- ¿Qué me cabe esperar? 4. ¿Qué es el hombre?
Saberlo puede aumentar nuestra angustia vital o simplente movilizarnos en un camino personal. Quien acepta el reto no tarda en descubrir que no se pueden destilar en teoremas estáticos porque, si alguien lo consiguiera, tendría infinitos corolarios. Un aviso a navegantes: Nicolás de Cusa advirtió que este trabajo puede ocultar la vista del infinito*.

Uno podría pensar que los santos tienen atajos, como Jesús de Nazaret, como san Francisco... y nos admira ver cómo lo han conseguido. Pero cuando nos metemos en esos vericuetos... comienza nuestro trabajo!
                       Tu eres grande, Señor Dios único
                        El que haces maravillas. (AlD)


* Todas las referencias hacen alusión al libro ¿Qué es el hombre? de M. Buber